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Visión general de Marruecos

Un país donde confluyen contrastantes corrientes de modernidad y tradición
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Turismo.org – Tradición y modernidad, un binomio en difícil alianza que los marroquíes saben conjugar con buen gusto, y que les confiere esa personalidad tan seductora a los ojos del visitante occidental. Aquí se funde todo, desde las estampas bíblicas de los oasis del Tafilete a la pujante industria moderna que rodea Casablanca.

Uno puede consultar su correo electrónico en uno de los múltiples cibercafés por la mañana y a continuación sumergirse en el laberinto medieval de la Medina de Fez. Un «túnel del tiempo» accesible a todas las personas inquietas y curiosas.

Marruecos es tierra de contrastes muy marcados, de grandes impactos estéticos que te conmueven, donde se mezclan el arte y la realidad. Pueblo muy cálido, está siempre dispuesto a compartir y mostrar al visitante la esencia de su cultura.

Marruecos sabe conservar sus riquísimas tradiciones y hoy tiene la virtud de poder transmitirnos su belleza con la misma intensidad que lo hicieron pintores como Delacroix a principios del XIX o Matisse en los comienzos del XX.

En Europa se han perdido muchas y muy sanas costumbres como las de charlar, contemplar durante horas el discurrir de las calles, mirar sin pudor, tocarse, soñar, trabajar en lo más básico con ilusión y conseguir darle ese toque artístico al producto de tu trabajo. En Marruecos no se tira lo viejo, se conserva con esmero como si ese patrimonio fuera colectivo. Se respeta mucho a la gente mayor, a los niños, a los locos e iluminados que pululan por las calles, a los cristianos, a los judíos; a todos se les considera. Es tierra ancestral de exilio para los perseguidos por tantas inquisiciones sufridas por sus vecinos del norte.

Paisajes desnudos, dunas de un implacable Sahara que miran al norte y se topan con las nieves eternas de los montes Atlas, vegas fértiles frente a un océano azul plateado allá por donde se pone un redondo y potente sol. Castillos y ciudades medievales habitadas, laberínticas callejuelas de las Medinas, sabrosísimas frutas naturales, platigastronomía propia de una gran cultura, olores, sabores, colores, placer de los sentidos, sensualidad en las formas…

El tiempo no se ha detenido y ha sabido integrar las aportaciones de la inevitable modernidad que llega ahora de Occidente. Este lugar se halla a tiro de piedra de esa Europa del sur que siempre le ha dado la espalda con un rechazo ridículo y vacío.

Estamos ante un espejo donde nos podemos mirar mutuamente cara a cara y ver a ese otro que ha sabido conservar toda la fantasía del mundo.

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