Ubicada a la derecha de la Vía Apia Antica y a poca distancia de la iglesia del Quo Vadis, las Catacumbas de San Calixto (Catacombe di San Callisto en italiano) en Roma forman parte de un complejo mayor donde fueron enterrados los restos de importantes mártires, cristianos y pontífices. Este complejo cubría una superficie aproximada de 15 hectáreas y contaba con una compleja red de galerías distribuidas en diferentes plantas.
En un área perteneciente a la noble familia de los Cecilios, se originó en el siglo II, pasando posteriormente a depender de la iglesia romana, encomendándose su custodia al diácono Calixto, quien se encargó de su administración. Era justamente el encargado de velar para que todos los cristianos y pobres pudieran contar con una sepultura digna. Posteriormente Calixto agrandó el complejo y llegó a convertirse en el cementerio oficial de la Iglesia de Roma.
Probablemente el sitio más importante de las catacumbas es la Cripta de los Papas, conocido también como el «pequeño Vaticano«, en cuyos muros pueden verse las inscripciones originales en griego pertenecientes a 5 Papas, además de dos lápidas con las letras griegas MPT que significa mártir, y 4 lápidas en las que se puede ver que se trataba de obispos (Ponciano, Antero, Fabiano, Lucio y Eutiquiano).
La Cripta de Santa Cecilia se ubica junto a la anterior, decorada con mosaicos y frescos de principios del siglo IX. Santa Cecilia es la patrona de la música y habiendo pertenecido a una noble familia, fue martirizada en el siglo III. Sus reliquias fueron llevadas a la basílica dedicada a ella en Trastevere. Sobre la superficie se pueden verse dos pequeñas basílicas a las que se conoce como Tricoras debido a sus 3 ábsides.
Otras importantes áreas de las catacumbas son las de San Milcíades (mitad del s. III), donde pueden verse gran cantidad de criptas y cubículos y un poco más adelante las de San Cayo y San Eusebio (finales del s. III). Las criptas de Lucina se localizan junto a la Vía Appia, destacándose en ellas la tumba de San Cornelio y las de los Papas San Sixto II y San Cornelio, además de las de los obispos africanos San Cipriano y San Optato.
